La intuición ha caído en desgracia en una era de pensamiento racional y analítico. Pero tus respuestas emocionales no son tan erróneas como algunos quisieran hacer creer, dice la neurocientífica Valerie Van Mulukom.
Imagina al director de una gran empresa anunciando una decisión importante y justificándola con una sensación instintiva. La gente respondería con incredulidad: ¿No deben las decisiones importantes reflexionarse cuidadosa, deliberada y racionalmente?
De hecho, confiar en tu intuición generalmente tiene una mala reputación, especialmente en la parte occidental del mundo donde el pensamiento analítico se ha promovido constantemente en las últimas décadas. Poco a poco, muchos han llegado a pensar que los humanos han pasado de depender del pensamiento primitivo, mágico y religioso al pensamiento analítico y científico. Como resultado, ven las emociones y la intuición como herramientas falibles, incluso caprichosas.
Sin embargo, esta actitud se basa en un mito del progreso cognitivo. Las emociones no son en realidad respuestas tontas que siempre deben ser ignoradas o corregidas por facultades racionales. Son evaluaciones de lo que se acaba de experimentar o pensar: en este sentido, también son una forma de procesar la información.
La intuición o los sentimientos viscerales también son el resultado de una gran cantidad de procesamiento que ocurre en el cerebro. La investigación sugiere que el cerebro es una gran máquina de predicción, que compara constantemente la información sensorial entrante y las experiencias actuales con el conocimiento almacenado y los recuerdos de experiencias previas, y que predice qué vendrá después. Esto se describe en lo que los científicos llaman el «marco de procesamiento predictivo«.
Esto nos asegura que el cerebro esté siempre preparado para enfrentar la situación actual de la mejor manera posible. Cuando ocurre un desajuste (algo que no se ha predicho), tu cerebro actualiza sus modelos cognitivos.
Esta coincidencia entre los modelos anteriores (basados en experiencias pasadas) y la experiencia actual ocurre automática e inconscientemente. Las intuiciones ocurren cuando el cerebro ha establecido una coincidencia o desajuste significativo (entre el modelo cognitivo y la experiencia actual), pero esto aún no ha alcanzado tu conciencia.
Por ejemplo, puedes estar conduciendo por un camino rural en la oscuridad escuchando música, cuando de repente tienes la intuición de conducir más a un lado del camino. A medida que continúas conduciendo, notarás que acabas de salvar un enorme bache que podría haber dañado significativamente tu automóvil. Te alegras de haber confiado en tu instinto, incluso si no sabes de dónde viene. En realidad, el automóvil que estaba a mucha distancia en frente tuyo hizo un pequeño viraje similar (ya que son locales y conocen el camino), y te diste cuenta de esto sin registrarlo conscientemente.
Cuando tienes mucha experiencia en un área determinada, el cerebro tiene más información para hacer coincidir la experiencia actual con un imprevisto. Esto hace que tus intuiciones sean más fiables. Esto significa que, al igual que con la creatividad, tu intuición puede mejorar con la experiencia.
El pensamiento analítico e intuitivo generalmente no están correlacionados y podrían suceder al mismo tiempo.
En la literatura psicológica, la intuición a menudo se explica como una de dos formas generales de pensamiento, junto con el razonamiento analítico. El pensamiento intuitivo se describe como automático, rápido y subconsciente. El pensamiento analítico, por otro lado, es lento, lógico, consciente y deliberado.
Muchos dividen el pensamiento analítico e intuitivo para definir dos tipos de procesamiento (o «estilos de pensamiento») opuestos, que funcionan de manera discrepante. Sin embargo, un metanálisis reciente, una investigación en la que se mide el impacto de un grupo de estudios, ha demostrado que el pensamiento analítico e intuitivo generalmente no están correlacionados y podría ocurrir al mismo tiempo.
Entonces, si bien es cierto que un estilo de pensamiento probablemente se siente dominante sobre el otro en cualquier situación, en particular en el pensamiento analítico, la naturaleza subconsciente del pensamiento intuitivo hace difícil determinar exactamente cuándo ocurre, ya que muchas cosas ocurren bajo el capó de nuestro conciencia.
De hecho, los dos estilos de pensamiento son, de hecho, complementarios y pueden funcionar en concierto: regularmente los empleamos juntos. Incluso una investigación científica innovadora puede comenzar con un conocimiento intuitivo que permita a los científicos formular ideas e hipótesis innovadoras, que luego pueden validarse mediante pruebas y análisis rigurosos.
Además, aunque la intuición se considera descuidada e inexacta, el pensamiento analítico también puede ser perjudicial. Los estudios han demostrado que el pensamiento excesivo puede obstaculizar seriamente nuestro proceso de toma de decisiones.
En otros casos, el pensamiento analítico puede consistir simplemente en justificaciones post-hoc o racionalizaciones de decisiones basadas en el pensamiento intuitivo. Esto ocurre, por ejemplo, cuando tenemos que explicar nuestras decisiones en dilemas morales. Este efecto ha permitido que algunas personas se refieran al pensamiento analítico como el «secretario de prensa» o «abogado interno» de la intuición. A menudo no sabemos por qué tomamos decisiones, pero aún queremos tener razones para nuestras decisiones.
Para cada situación que implique una decisión basada en su evaluación, considera si tu intuición ha evaluado correctamente la situación.
Entonces, ¿deberíamos confiar en nuestra intuición, dado que ayuda a nuestra toma de decisiones? Es complicado. Debido a que la intuición se basa en un procesamiento evolutivamente más antiguo, automático y rápido, también es víctima de errores, como los sesgos cognitivos. Estos son errores sistemáticos en el pensamiento, que pueden ocurrir automáticamente. A pesar de esto, familiarizarse con los sesgos cognitivos comunes puede ayudar a detectarlos en futuras ocasiones: hay buenos consejos sobre cómo hacerlo en cada caso.
Del mismo modo, dado que el procesamiento rápido es antiguo, a veces puede estar un poco desactualizado. Considera por ejemplo un plato de donuts. Si bien es posible que quieras comerlos todos, es poco probable que necesites esta gran cantidad de azúcares y grasas. Sin embargo, en tiempos de los cazadores-recolectores, abastecerse de energía habría sido un instinto sabio.
Por lo tanto, para cada situación que implique una decisión basada en su evaluación, considere si su intuición ha evaluado correctamente la situación. ¿Es una situación evolutiva vieja o nueva? ¿Implica sesgos cognitivos? ¿Tienes experiencia en este tipo de situación? Si es evolutivamente antiguo, implica un sesgo cognitivo, y no tienes experiencia en él, entonces confía en el pensamiento analítico. Si no, no dudes en confiar en tu pensamiento intuitivo.
Es hora de detener la caza de brujas de la intuición, y verlo tal como es: un estilo de procesamiento subconsciente rápido, automático que puede proporcionarnos información muy útil que el análisis deliberado no puede. Necesitamos aceptar que el pensamiento intuitivo y analítico deben ocurrir en conjunto, y sopesarse unos a otros en situaciones difíciles en las que haya que tomar decisiones.